Rita Rojas es docente de Lenguaje en el Colegio Tecnologico Don Bosco desde el año pasado. Antes, trabajó durante 15 años en el Colegio Miramar, también ubicado en Arica. “Ha sido un año bastante desafiante, porque además estaba en un colegio que me recibía por primera vez. Entonces comodarme a las nuevas directrices fue el primer desafío”, relata.
¿Cómo fue tu experiencia y qué herramientas tecnológicas te han sido más útiles?
Trabajamos con clases híbridas, y el sistema presencial era por turnos por semana. Se dividían a los cursos en dos, una semana sí una semana no, siempre con la libre decisión de las familias. También empezaron a aparecer estas herramientas Chaka que, por supuesto, siempre fueron un aporte, yo he aprendido un montón de cosas.
¿Cuál ha sido una de tus mejores experiencias que tú sientes que mejor funcionó?
El aprendizaje durante todo este tiempo fue muy enriquecedor y aplicarlo con los estudiantes por supuesto que es un desafío y a uno le da temor pero resultó mejor de lo que yo pensé que había resultado en algún momento. Son cosas que en realidad te fortalecen, porque la labor docente no tiene que ver solamente con uno, sino con el que está recibiendo aquella información y la reacción que va a tener con eso.
¿Cómo te ha ido con otros componentes, como la planificación invertida, el trabajo colaborativo, la metacognición?
Con la retroalimentación me fue bastante bien, nos propusimos hacer un caligrama con séptimo. Empezamos con el trabajo creativo primero. Hicimos la clase el miércoles pasado y tenían que ir dando sugerencias y retroalimentando a sus mismos compañeros junto conmigo. Resultó bien y cuando llegaron los resultados finales mejoraron un montón respecto de cómo habían empezado. Entonces la retroalimentación fue efectiva, tomaron en cuenta las sugerencias tanto de sus compañeros como las mías.

¿Qué podrías destacar de tus alumnos?
La gran mayoría de ellos son hermanos mayores en su familia, por lo tanto, les toca también hacer algunas la bores en la casa. En el caso de séptimo, fue un trabajo muy arduo lograr que convesaran, que empezaran a soltarse y a trabajar. Con ellos hice el podcast, que fue también uno de los ciclos Chaka. Era de matemática, pero también lo trabajaron conmigo para lograr la articulación, la interdisciplinariedad y empezar a hacer el guión, por ejemplo. Ahí ya empezaron a soltarse un poquito más. Y en este último período que hicieron el caligrama, en séptimo, ya están conversando e interactuando mucho más. El vínculo con el apoderado también ha sido fundamental.
¿Puedes en una frase destacar lo que ha sido más útil del Programa Chaka?
Chaka para mí ha sido un aprendizaje significativo que ha servido de espejo para mis estudiantes. Ha sido muy cansador y muy agobiante a ratos, pero cuando tú ves el
resultado igual te pones contento. Esos niños ya no van a ser los mismos. Y al final la educación es eso, la justicia social, por lo que es fundamental lograr que ellos entiendan que la educación los va a ayudar a mejorar su calidad de vida. También agradezco las instancias que tuvimos de conversación con Betzabé antes y después de nuestras clases aplicadas, que siempre fueron enriquecedoras. A veces no se valora el trabajo cuando no te están mirando y para mí ha sido un tremendo apoyo.