Valentina Villagra es docente de Lenguaje en el Liceo Agrícola Padre Francisco Napolitano desde marzo de 2’019. Cuenta que no es muy amiga del Whatsapp como herramienta para las clases, ya que “no tiene límites de horario”. “Especialmente en la pandemia a los profesores se nos hizo más difícil dividir la vida personal de la laboral y con Whatsapp uno no puede desconectarse. Lo uso pero de forma muy mínima”, agrega.
¿Cómo son las clases ahora y qué tecnologías están aplicando?
En nuestro caso las clases híbridas no son una posibilidad, debido a la conectividad del colegio. Entonces lo que hemos hecho ha sido duplicar las clases: en la mañana hacer la clase presencial y en las tardes o en los tiempos libres un módulo online para las alumnas y los alumnos que no pueden ir al establecimiento. En cuanto a la tecnología, hacemos las clases a través de Meet, usando los formularios de Google, Menti, Padlet, y los documentos compartidos de Google que siempre ha sido una herramienta muy buena para trabajar la escritura como proceso.
Cuéntame sobre experiencias en el aula que hayas realizado y te parezcan significativas.
En 7º básico hicimos un trabajo de poesía enmarcada en la temática de la amistad que tuvo un resultado sorprendente, considerando que los estudiantes no tenían buenas experiencias respecto de la amistad. Hicimos todo el proceso de escritura con los estudiantes y el producto final de esa unidad era declamarlo; recitarlo en una grabación. Hay que tener en cuenta que los niños en este Liceo parten de séptimo, por tanto no se conocían entre ellos. Entonces para poder trabajar efectivamente los indicadores que nosotros queríamos abordar, elegí que se entregue el trabajo grabado. En el momento de la grabación, se fueron en parejas, sabiendo los criterios con que iban a ser evaluados. Entre ellos se iban corrigiendo y rehaciendo. Efectivamente, salió muy bien porque presentaron trabajos muy conmovedores, llenos de sentimientos y con poemas muy bien escritos. En definitiva, los productos de esa unidad fueron de mucha calidad. Y cerramos con una conversación, todos en círculo compartiendo lo que había significado la experiencia y cómo se pudieron conectar con su emocionalidad y trasmitir esos sentimientos a través de la escritura.
De la experiencia vivida, si la tuvieras que resumir en una idea o en una frase, ¿qué es lo que destacas?
Varias cosas. Pero, especialmente con esta Unidad y con las otras que he trabajado en el marco de Chaka, es la calidad de los productos, la calidad del aporte de los estudiantes que efectivamente entran a la unidad diciendo “no sé nada de esto” y al final no importa que sepan o no porque todos van aprendiendo. Entran en un proceso pedagógico y progresivo que, si está bien armado, al final todos son capaces.
En el marco del programa Chaka, desde tu experiencia en 2021, ¿qué te ha aportado el programa?
Las temáticas que hemos trabajado no son nuevas para mi pero sin duda tener la posibilidad de ordenarlas y trabajarlas de forma estructurada, bien armada y con una progresión, ha sido de mucha ayuda. Tal vez, muchos ya implementábamos la retroalimentación, la metacognición y todo lo demás, pero tener el espacio de aplicarlo y siendo acompañados, ha sido un gran privilegio y creo que todos hemos sacado buenos resultados de eso. En una clase que diseñé e intencioné, quedé sorprendida de lo que estaba pasando en la sala, el nivel de conversación en niños de séptimo. Fue una clase maravillosa. Esos son los aportes de Chaka, que además nos da la oportunidad de subir nuestro nivel como profesores y de darles más oportunidad de aprender a los niños y niñas. Por otro lado, algo que he podido implementar es volver a mirar mis unidades y pensarlas en pos de un producto o tarea auténtica final y orientar todo hacia allá, para que tenga más sentido para todos.
